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El oficio de mirar al cielo y la suerte de encontrar Chorlitos Dorados Americanos en su viaje hacia el sur

El chorlito dorado americano realiza uno de los viajes migratorios más largos que cualquier otra ave. En una odisea que inicia en el Ártico occidental de Alaska recorre gran parte de Sudamérica por el Atlántico, pasa por Colombia, dónde es una suerte encontrarlo, y ciertamente es una experiencia que no se olvida.


Fernando Ayerbe es una de las personas que más aves ha visto en Colombia, considerado el país de las aves con un registro de 1954 especies registradas. Y en 2022 publicó la tercera edición de la Guía Ilustrada de la Avifauna Colombiana, un infaltable en las bibliotecas de los amantes de las aves. 


Man in hat standing on hillside
El ornitólogo Colombiano Fernando Ayerbe Quiñones, autor de la Guía Ilustrada de la Avifauna Colombiana.

Durante el periodo universitario, se desempeñó como monitor de la colección de Aves del Museo de Historia Natural de la Universidad del Cauca y realizó varias publicaciones científicas sobre aves de Colombia. Desde que finalizó su pregrado en 2008, ha trabajado como investigador asociado al programa Colombia de la Wildlife Conservation Society (WCS) en proyectos de investigación y conservación de las aves en varias regiones del país.


Fernando recuerda que la primera vez que vio Chorlitos Dorados Americanos fue en Popayán, municipio colombiano, capital del departamento del Cauca, localizado en el Valle de Pubenza, entre la Cordillera Occidental y Central al suroccidente del país, con una altitud media de 1760 m sobre el nivel del mar. 


Lo vio en una época, hace 30 años, cuando había muchos más potreros, zonas ganaderas extensivas con unos pastizales muy grandes, en los que era común ver llegar playeras migratorias.


A la Pluvialis dominica como él la llama, podría decirse que es usual verla, pero nunca en cantidades grandes, ni todos los años. Si hubiese que decir un dato más exacto, Fernando asegura que es un animal al que ha visto cada año de por medio desde ese entonces, pero cuta presencia se ha visto impactada por el desarrollo urbano del país, por lo cual, cada vez se ven mucho menos.  


Pero nunca es seguro. En su época de la universidad, en un trabajo realizado con Calidris, Asociación para el Estudio y Conservación de las Aves Acuáticas en Colombia, realizaron un muestreo de dos meses y medio, y solo vieron un individuo de esa especie. Lamentablemente, estaba enfermo, parecía resfriado, se veía débil, lento y no se dejó atrapar. Dos semanas después lo volvieron a encontrar, pero ya había fallecido. 


Desde entonces ha tenido mejor suerte. Una vez estaba en un avión en Bogotá y lo vi al lado de la pista. Las aves migratorias, generalmente migran de noche y deben pasar la cordillera de los Andes. En su recorrido, visitan diferentes regiones, aun cuando pareciera que están muy lejos de sus lugares habituales, siempre y cuando las condiciones de disponibilidad de alimento y refugio sean oportunas, lo cual generalmente es más abundante en zonas bajas, pero no es imposible encontrarlas en zonas de gran altitud como Bogotá, la capital colombiana, ubicada a 2625 metros sobre el nivel del mar. 


Two birds in flight
Chorlito Dorado Americano en vuelo por su paso por los cielos colombianos. Fotos: Luis Espinosa Gomez

Un día de suerte, en el Valle del Cauca, una de las regiones colombianas con más aves registradas con casi 1000 especies en el inventario, vio cinco individuos en la misma jornada de observación. Generalmente y según su experiencia, los chorlitos dorados americanos se ven solos, entre uno y dos. No viajan en bandadas muy grandes.


Este año, con un grupo de ornitólogos jóvenes en el departamento de Huila,  ubicado al suroeste del país, les propuso hacer salidas semanales, para buscar aves migratorias, esperando las rapaces migratorias, pero también prestando atención a los escolopácidos y carádridos migratorios, que son conocidos también como chorlitos o playeros, porque Fernando sabe que el Valle del río Magdalena, considerado la principal arteria fluvial del país, es una ruta muy importante de migración de aves.


 “Lo hicimos desde finales de agosto, sabiendo que las primeras baltramias y tringas empiezan a llegar en esos días y la sorpresa fue ver el  Pluvialis. La gente en la Represa de Betania, también pudo ver tres individuos”, comenta Fernando al que se puede encontrar como @ferayqui en X, red social en la que comparte mucha información sobre las aves en el país.


“A los Pluvialis los he visto desde finales de septiembre hasta principios de noviembre. Siempre en la migración del norte al sur del continente, en el otoño boreal. Observando algunos registros, se han reportado algunas especies entre febrero y abril por los lados de los Llanos Orientales”, explica.


Los hábitats en los que se encuentran las aves playeras migratorias, son los bordes de las represas, con arena o barro, también en arrozales con buena cantidad de agua, pero en áreas en las que el pasto no esté muy alto, cuando la planta está recién creciendo.


“La principal amenaza a la que se enfrentan estas aves, en esta región, es la destrucción de hábitats”, agrega Fernando, a quien además le preocupa el tema de la fumigación de los arrozales, sobre todo en los departamentos de Huila y Tolima. “Sabemos que hay fumigaciones, pero no sabemos realmente cómo afectan estas a los playeros, y todas las aves que pasan por allí y que dependen de estos arrozales, en los diferentes estadios de estos, los cuales ofrecen cuatro tipos de hábitats: Primero como tierra, luego como barro, después con las plantas pequeñas y más adelante con plantas más grandes”. Todos los momentos del cultivo son beneficiosos para diferentes tipos de aves.


Fernando no conoce de casos de cacería, pero sabe de un individuo que fue recolectado por un ornitólogo, en el norte de Popayán, y está en la Colección del Museo de historia natural de la ciudad.


Shorebird standing in rice field
En tierra. Sector Arrozales, El Juncal, Palermo, Huila. Foto: Mario Enrique Suárez, Asociación Ornitológica del Huila, Colombia.

Podría decirse que una ventaja que tienen las costas colombianas, en cuanto a las amenazas a las que se enfrentan las playeras, es que la mayoría no anidan allí. Sin embargo, en un tema que parece recurrente en todas las playas, son los perros y la falta de control de estos, los cuales no son solamente una amenaza para las aves playeras, sino también para las tortugas y sus nidos.


El que no aniden en Colombia, es también una desventaja para hacerle seguimiento con técnicas como el anillamiento para rastrearlas. “No tenemos la misma posibilidad que hay en el norte, de acceder a los pichones o juveniles que todavía no están volando. En regiones como Colombia, dependemos mucho de las densidades y de los sitios a los que llegan. Aquí es prácticamente imposible agarrar alguno, porque como llegan tan pocos y a hábitats tan extensos, es una misión casi imposible. Si supiéramos de un rincón en un humedal al que lleguen, sería más fácil, pero no lo sabemos”, explica Fernando, quien asegura que en cuestión de identificar aves es clave, la experiencia y con el tiempo, el oído.


“Lo primero que hay que hacer es conocer el hábitat para saber dónde encontrarlas. Imágenes aéreas son muy útiles para encontrar pastizales, arrozales o humedales muy grandes. Las represas tienen por ejemplo muchas orillas, pero hay que descartar las que tienen roca, y buscar, en cambio, los pastizales planos y con lodo, donde seguro se encontrarán algunas especies”, explica.


“Con los animales en frente, hay que prestar atención al comportamiento, porque identificar por colores es más complicado, sobre todo en playeras que se parecen mucho. También está la forma. Caladris, tiene el pico mucho más corto,  Pluvialis, es más grande. Los escolopácidos pueden ser una pesadilla para alguien que esté empezando esta tarea. Yo diría, prestar atención a las proporciones, al largo del pico, del cuello, y luego a la coloración general.  El oído es muy importante, sobre todo en la noche. Saber la vocalización del animal, es clave para no perder la oportunidad de verlo. Con el tiempo uno se vuelve más hábil.

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